viernes, 27 de agosto de 2010

Tomemos El Colegio


   No recuerdo cuándo fue la primera vez que escuché sobre la toma de mi ex colegio Mariano Moreno D.E 2°, pero lo que sí recuerdo es el asombro que me causó. En verdad, no podía caer en la cuenta de que alumnos tomasen una escuela. Luego me di cuenta de que tenían sus motivos. Sin embargo, no estuve siempre de acuerdo con tal medida. La primera vez, desde cuando yo estuve en el secundario, fue por el pésimo estado de las estufas. Si bien pienso que una movilización y medida estudiantil no es algo como para dejar de lado, dicho motivo no me parecía lo suficientemente importante como para tomar un colegio. Personalmente no me molesta tanto la ausencia de calefacción como para hacer una marcha o algo más complicado. Pero también me di cuenta de que esa no era la única razón por la cual se tomaba tal medida. Junto a ello estaban los pedidos de SUBSIDIOS (y no becas como los políticos Y estudiantes llaman, cambien eso ya) que son, al fin y al cabo, una ayuda más que no debería ser negada, ni recortada; pedidos de una vianda digna, y no panes y quesos de goma, y manzanas secas y repugnantes que encima no alimentan; los reclamos por una modificación de carácter urgente de las escuelas públicas, que día a día se van deteriorando más y nadie sabe cuándo se va a caer algo (uno de los casos más claros es el de una araña enorme en el salón de actos del Moreno, que es sostenida por dos o tres cables y que, no sé si por milagro o simple culo, hasta ahora no se ha caído). Tomando estos otros motivos, la calefacción pareciera ser un asunto menor, pero por sí solo se transforma en algo que no tendría que suceder, por más pequeño que sea el daño que ocasione.
   Un problema fundamental en la trata de dichos problemas es la bajada de línea constante que encuentro cuando veo, por un lado, padres que no les importa nada más que sus hijos vayan a la escuela, aún si ésta estuviera en pésimas condiciones. No lo dicen, pero yo huelo su miedo a pensar que si su hijo toma un colegio es un terrorista, o un estúpido por haber “perdido el tiempo jugando a ser político”. Con todo respeto, no me jodan. No los toman en serio. Y por otro lado veo a los siempre molestos y sabiondos periodistas, que solo por haber leído la noticia unos minutos antes, ya creen ser capaces de elaborar todo un plan para poder solucionar un tema. Apabullan con sus opiniones y falta ética. Tipos como Eduardo Feinmann que durante todo un debate se queja porque no se aplica la ley que considera un delito la toma de un colegio por parte de los mismos estudiantes, saca a relucir los “derechos” que los mismos humanos crearon y que se supone no pueden ser tocados pues son sagrados. Sócrates no era tan inteligente después de todo con sus leyes y demás. Es verdad que los derechos y leyes son necesarias para poder mantener un sistema social, no crean que son los únicos que piensan eso. Pero creo que también es cierto que si una norma le impide a un sector poder conseguir lo que por derecho le corresponde, conseguir lo que es correcto, hay algo que debe ser modificado, sobretodo cuando en realidad eso que tanto piden no les perjudica a los otros. Podrán decir todo lo que quieran acerca de los delitos que los estudiantes cometen cuando toman una escuela, pero les hago la siguiente pregunta, ¿los van a mandar presos por ello?
   Mi postura frente a lo que la escuela es, puede resultar un tanto rara por el siguiente motivo. No me nutro de cultura y educación solamente en la escuela. Pienso que puedo aprender lo mismo estudiando en mi hogar, mediante libros y demás. Siguiendo con este razonamiento, lo único que obtengo yendo a la escuela es un papel que certifica para la sociedad que estudié. No me parece mal esto, es un modo de organización, lo entiendo y acepto. Esto llevado a los 180 días de escuela que por ley deben haber (otra excusa más de parte de los ortodoxos del sistema) significa que no me parece importante el hecho de compensar los días perdidos por las tomas. Más bien, prefiero que los estudiantes rindan los exámenes correspondientes en otro momento. “¿Y qué pasa con los que estamos en contra de la toma?” ¡Qué mejor solución que la que he propuesto! Ya que tanto defienden el estudio y la escuela, no creo que se arme ningún problema.
   Puedo y quiero unir esto último y esa costumbre de pensar en el mañana mismo, y no en un futuro más general. Me parece que estas medidas tomadas por los estudiantes encierran algo más que el simple mañana. Piensen que no piden lo que piden sólo por ellos, sino por las generaciones posteriores que a fin de cuentas, en un sentido (verdaderamente) progresista, es lo que importa.
   Por otro lado, me voy a permitir una crítica hacia los estudiantes. Apoyo sus causas y accionares. Me parece que lo que hacen y piden es sumamente noble. Pero también me parece que poner en los carteles “Fuera Macri” no ayuda. Es verdad que deben saber de política, pero sírvanse de ella y no se vuelvan políticos, porque es la política la que luego hace que la gente se divida. Yo quiero más que ustedes que Macri se vaya de su puesto, pero los que están contra ustedes van a usar eso para atacarlos con la política misma, y todo el moralismo barato que hay dentro. En este sentido, vale mucho cómo los muestran frente a los demás. Con respecto a esto último, creo que a medida que se consiga el diálogo con las autoridades, se vaya reduciendo el número de colegios tomados. Hay algunos que no presentan urgencia en reformas edilicias, y me parece que estos tienen que ser los que primeros den de baja la toma. Piensen que si las medidas siguen como ahora, los van a tildar de vagos, y en este sentido les darán una excusa más para hablar en contra suya.
   Cierro, y no es optimista mi mensaje, odio el optimismo. Bierce lo define perfectamente como “la creencia de que todo es bueno, en especial lo malo”, y eso no me gusta. No me parece que este tema se resuelva ahora, cada vez parecen tener menos intenciones de ello. Lo que sí tiene que haber es un cambio de abordaje sobre los asuntos de la sociedad. Basta de las costumbres del argentino que no nos dejan progresar (y no soy de los caprichosos que se la pasan diciendo “esto en tal lugar no pasa, es una vergüenza”, como si tuviéramos que quedar bien ante alguien de afuera), basta de la moral barata de los noticieros (que ni siquiera son las personas que deben atender estas cuestiones) y sobretodo basta de la hipocresía de mala voluntad que constantemente es inyectada en cada asunto.


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