domingo, 10 de octubre de 2010

POESÍA

EL LOBO

Como si de un vivo cuadro
se tratase, un lobo
blanco y hermoso
enloquece a la luz de la Luna.
Bebe de un arroyo de sidra
que corta el bosque.
Se trepa a los árboles de carne
para buscar la hoja más deliciosa.
No comprende por qué
han de estar en su lugar
las estrellas, pero las ama.
Y tanto las ama, que les canta
sumido en oscuridad, entre lágrimas,
como si les pidiese su mano.
Es un lobo enamorado
de la noche y silencio,
dueño del bello bosque que habita.
Baila con las flores
y se embriaga de locura grisácea.
Siente la mutilación de la vida,
y le parece divertido.
Así se pierde en el cosmos y el tiempo,
a la vez que escribe sus poemas de sangre.


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sábado, 9 de octubre de 2010

domingo, 3 de octubre de 2010

NOTICIAS

Humanidad, Filosofía, Sociedad, Religión, Ciencia, Matemática, Cultura, Arte, Política
COMPROBADO



En el día de hoy, un joven bajo efectos de ácidos se dio cuenta de que toda la materia es pura energía condensada en una vibración lenta; que sólo somos una conciencia experimentándose subjetivamente; que no existe cosa tal como la muerte, la vida es sólo un sueño, y somos la imaginación de nosotros mismos.



Fuente: Bill Hicks

lunes, 20 de septiembre de 2010

La Religión Molesta


Me parece que actualmente todo este tema de la religión ya se ha dejado de lado. Es como si fuera que ya nadie le da importancia; ya pasó. Gran parte de la gente ya se ha dado cuenta de que la opinión que pueda ofrecer la religión con respecto a determinado asunto va a estar plagado de su punto de vista divino del hombre y su correspondiente dios (a lo largo del artículo voy a usar de ejemplo la religión cristiana, pues es, como bien dice el título, la que más harta). Entonces, ¿qué más puedo decir acerca de nuestro conflicto con ella? Voy a darme el lujo de hablar por todos los que creen que la religión no puede ayudar en el desarrollo de las acciones humanas, y simplemente me dirigiré hacia los religiosos para mandarles un mensaje que espero les aclare el por qué de nuestra postura frente a Dios: ya no lo necesitamos.
La religión y la Iglesia van un paso más allá de ser sólo una creencia e institución, respectivamente: pretenden sacar su teología al exterior, y que la vida de cada individuo se integre y una a ellos. Es decir, no dejan su creencia puertas adentro, no es algo único de los que decidieron creer en eso. Van a ir hacia uno y van a tratar de convencerlos de pensar como ellos; es cierto que primeramente sólo ofrecen su creencia. Esto está bien, pues de eso se trata parte de la religión, promulgar la palabra de Dios; es decir, forma parte de sus vidas como religiosos. Si fuera yo, no lo haría. Ahora bien, ¿cuál es el mensaje de su promulgación, lisa y llana? Para esto hay que entender su mensaje: la salvación. ¿Por qué no recordamos el contexto en el cual nació la religión? Era un mundo de amos y esclavos; si nacías en ese mundo, y no eras parte de los amos, estabas condenado a una vida de tristeza y sufrimiento como esclavo. He aquí el punto fundamental: ¿qué pasaba después de eso? “¿Hay algo más aparte de ésta vida dolorosa y maldita? Sí, hay algo más. Hay un lugar en el cual se vive eternamente lleno de paz y amor. Pero en realidad se está condenado al infierno (¿posible metáfora que describe aquellos tiempos, tal vez?), y para llegar a ese magnífico lugar, hay que salvarse. La salvación promete felicidad, amor y paz, y hay que creer en ella fuertemente.” Hay veces en que necesariamente me vuelvo hacia los motivos que alguien tenga para hacer, decir y/o pensar algo, y ésta no puede ser la excepción. Debido a ese mundo de sufrimiento, me parece que la creencia de la salvación es un buen motivo para justamente creer en ella. Pero eso ha pasado hace tiempo, y creo se ha vuelto más y más innecesario estar atado a la fe y demás cosas. Quiero decir que el ser humano ha encontrado otras cosas por las cuales preocuparse y ocuparse que solamente el “deseo de algo mejor posterior a esa vida de sufrimiento”.
Pero esto no es el único contenido de la religión. Con ella van juntos los valores morales, virtudes, deberes…una forma de vida. Y desde un punto de vista un tanto inocente, la religión tiende a ser “buena” (siempre habrán críticas a estos valores, pero no es por el momento el fin de éste artículo) con su amor al prójimo y demás cosas. Pero detrás de eso hay un poder que intenta disimuladamente imponerse y así conseguir una organización social que se adecue a sus dogmas. Ha pasado el tiempo, y el ser humano se ha ido desarrollando y dando cuenta de que puede valerse de sus propias morales, de sí mismo. Pero hay un tema para ver, todavía hay gente creyente. Y lo que es más problemático de esto no es ese simple hecho, sino que la gente que tiene fe es mucha (demasiada diría yo). He aquí para mí la base del problema: no sé si actualmente será mayoría, pero un tiempo lo fue, y ya sabemos la tendencia de la religión a siempre tener como fundamento el pasado y conservarlo, como si nada hubiera cambiado a lo largo de la historia (¡se basan en eso, de hecho!). Con esto quiero decir que, ya que es demasiada la gente que cree en su Dios, hay que tratar de adecuar las cosas para que queden conformes. Y esto me sirve como pie para decir lo que tengo ganas: ¡quién les dijo que se podían meter en los asuntos de los hombres! Si ellos creen en Dios, problema suyo, pero vivimos en ésta realidad, en ésta tierra, y no me parece correcto meter a Dios y sus determinaciones en los actos del ser humano. ¿Qué me importa a mí ahora lo que vendrá después? Es cierto que la muerte me produce una especie de excitación en saber, por simple chusma, qué pasará una vez largado el último suspiro (también me produce temor y angustia; le tengo miedo a la muerte, y no quiero morir). Y hasta puedo jugar con hipótesis locas, y todo lo que eso pueda llegar a implicar. Ejemplo más claro es el arte, ese lugar en donde todo es posible, en donde la belleza puede brotar de cualquier lado (si leemos la Biblia desde ese sentido artístico, la obra toda es genial). Pero aferrarse a esas ideas y traerlas a este plano para decirle a la gente en qué pueden creer (y que encima, si se es lo suficientemente fuerte, y esa idea está bien organizada, hasta obligue a la gente a creer en eso) y así establecer un orden; no me parece realista. Y para argumentar esto les repito la pregunta: ¿qué me importa ahora lo que vendrá? Prefiero centrar mi pensamiento en ésta realidad, en ésta vida (y sobretodo partir de mí mismo, y no de algo superior del cual no tengo prueba alguna para realmente afirmar que existe; tal vez porque le guste jugar con nuestras mentes), y dejar todo lo que pasa después de la muerte para su momento. Antes tenemos cosas más importantes para hacer, y me parece una carga inútil ver el mundo desde la palabra de Dios. Ustedes lo hicieron y por siglos; causaron muertes y se mancharon con sangre inocentes por el simple hecho de no pensar como ustedes (no se preocupen, no necesito que pidan disculpas). ¿Creen que quieren más a la vida creyendo en la eternidad? Más errados no pueden estar. Su postura prácticamente desvalora la vida, hace que no valga la pena. “Nosotros somos el futuro”, dijo Bergoglio éste año durante el debate de la Ley de Matrimonio Igualitario. Para ellos el futuro no existe, todo es eterno, y al serlo se descarta el pasado y hasta presente pues no hay principio ni fin. ¡Ustedes no son el futuro; ustedes no tienen futuro! Nosotros sí, pues nuestro deseo es vivir ese futuro, y accionar de tal manera que ese futuro sea próspero y vivido realmente con amor y paz (muy utópico, lo sé).
Aquí llego a la parte más importante de éste escrito, y la que tiene que quedar grabada en sus memorias (sólo con palabras)[1]. Además de ese mensaje del que hablo, hay algo más: no pido que sean como nosotros. No les pido que abran los ojos a este mundo, pues ya los tienen abiertos, pero hacia otro lado. En efecto, no vean hacia acá, pero lo que sí les pido (y a esta altura, les exijo) es que no miren de reojo ni tanteen con sus molestos deditos nuestro lugar para luego ofenderse porque “Dios no quiere eso” (esa mano condenó alguna vez a la humanidad, no él). Su religión les dice que creer en Dios es iluminación. ¡Me parece perfecto! Porque en verdad es la luz, en este caso; podemos vivir con eso, no hay duda. Esa luz nos daña, y no queremos eso. Corran hacia sus iglesias, lean sus santas escrituras y crean en ellas,  pero olvídense de nosotros. Dejen la puerta abierta, porque de tanto en tanto alguno irá para charlar con ustedes, y nada más (espero quede esto último claro). Ilumínense y hablen con Dios; déjennos en las sombras.







[1] Para entender esto, leer párrafo III del Segundo Tratado de la Genealogía de la Moral, de Friedrich Nietzsche.




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viernes, 17 de septiembre de 2010

UNA PELÍCULA

FULL METAL JACKET
(1987)


La película se divide en dos partes. En la primera, Kubrick nos muestra crudamente cómo los soldados norteamericanos son sometidos al entrenamiento del sargento Hartman (R. Lee Ermey), antes de partir hacia Vietnam. Las pruebas y la violencia verbal de Hartman provocan diferentes efectos en ellos, resaltando los daños psicológicos provocados en el soldado Pyle (foto). La segunda parte se centra en el soldado Joker, quien escribe propaganda para una revista militar. Él y su compañero Rafterman son asignados a un escuadrón para documentar el combate de los soldados durante la operación "Ofensiva del Tet".
Stanley Kubrick siempre tuvo esa mirada fría y realista (hasta cómica, "Dr. Strangelove") sobre conflictos bélicos con la cual plasma en un film la guerra en estado puro, y Full Metal Jacket es la obra que le da la razón. Todo les pasa muy rápido, y quedan confusos. No se cuestionan si está bien o mal lo que hacen. Sucede, y luego viene el arrepentimiento, cuando ya no pueden volver atrás.
Stone y Spielberg ("Pelotón" y "Rescantando Al Soldado Ryan") le dan ese toque dramático cálido, Coppola ("Apocalipsis Now") un ambiente misterioso genial. Kubrick por su parte inyecta paranoia, desesperación y ahogo que sufren los personajes, como si jugara con ellos, y lo hace como un genio lleno de locura.



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lunes, 13 de septiembre de 2010

Tomemos El Colegio - Segunda Parte

  
   Pretendo en el presente artículo, a modo de extensión de la primera parte, analizar el derecho a estudiar que tanto alumnos disidentes como gente opositora a las medidas de las tomas de colegios usan como argumento para repudiar dicho accionar. Espero se lea y sea comprendido correctamente, ya que puede ser malinterpretada y tomada como una crítica con manchas de autoritarismo.
   Quiero partir de la siguiente pregunta: ¿es la mayoría quien debe decidir qué medidas tomar ante ciertos temas? En un sistema democrático, ésta pregunta es respondida fácilmente. Dicho sistema se basa en eso. Ahora bien, ¿cuál es la medida que es tratada? La toma de un colegio. Si nos ponemos a pensar seriamente, parecería que la medida suena a un accionar que tomaría un sector autoritario. Otra pregunta me viene a la cabeza, ¿quiénes son los actores que llevan a cabo ésta medida? Son nada más y nada menos que los estudiantes. ¿Terroristas? ¿Asesinos? No, sólo estudiantes. “Sector autoritario” fue la descripción que usé para nombrar a aquellos que quisieran tomar una institución. Me parece que si nos planteamos que son estudiantes los que toman un colegio, la palabra “autoritario” queda un tanto devaluada en cuanto su definición más concreta, hasta el punto en que puede ser descartada como descripción correspondiente. Uniendo esto con la pregunta planteada en un principio, me parece que no es necesario hacer una asamblea y que se elija por mayoría si se toma un colegio o no (hablando más personalmente, creo que se hace porque queda bien). Cuando los estudiantes salieron a hablar con respecto al asunto, una de las preguntas comunes (entre comentarios cuyo único objetivo fue desprestigiar a los estudiantes) fue: “¿La mayoría decidió la medida?” Y francamente no me parece importante. Primero porque la causa es acertada, y los que no estén de acuerdo, con toda sinceridad, me parecen estúpidos. Y como ellos me refiero al modo, pues “a todos les importa y están de acuerdo con la causa”. Y segundo, porque en efecto es una medida extrema, y siendo así hay que jugársela y nada más. Ahora bien, ustedes podrán decir que es “autoritario”, pero esa palabra es sinónimo de “tirano”, “dictador”, “autócrata”. ¿En verdad creen que lícitamente éstas palabras corresponden a una descripción de los estudiantes? Voy a lo siguiente: no cometen dicha medida porque quieran imponerse sobre todo lo establecido, creo más bien que quieren cambiarlo. ¡Mucho menos porque tal vez el día de mañana hagan un golpe de estado, como periodistas han comparado estúpidamente! ¡No son terroristas! Lo hacen porque creen que es lo correcto, y lo hacen de esa manera porque ya hace tiempo que éste tema ronda por los aires y nadie parece querer hacerse responsable de él. La medida es extrema, no tendría que llegar a esto. Pero no pueden negarme que no se tratan los temas hasta que no sucede lo peor. Hay extremosidad cuando se toma un colegio, pero también lo hay del otro lado, y encima tratan de esconderlo. Díganme si no es extremo accionar cuando un pedazo de techo cae sobre un alumno. En caso de que no estén de acuerdo con este tema de lo extremo, solamente puedo decirles que están equivocados.
   Los estudiantes disidentes, los periodistas profesionales y políticos argumentan que cuando se toma un colegio se le niega el derecho a estudiar a los que no están de acuerdo en la medida. Estos disidentes reclaman dejarles entrar al colegio y que un profesor los instruya en historia, matemática, y demás. ¿Acaso es ésta la única manera de nutrirse de la cultura? ¿No pueden agarrar un libro y leer? Es cierto y me parece correcto que hayan escuelas. Pero también es cierto que ese no es el único momento en que uno se interesa por el conocimiento, mucho menos en el que accede a él. Cuando yo defiendo el derecho a estudiar, estoy rechazando el hecho de que alguien me ponga contra la pared y me diga qué estudiar y qué no. Ésa es la verdadera ruptura al derecho a estudiar, un sistema que me diga qué pensar, y que llegado el caso, si así no lo hiciese yo, lo peor ocurra. Y no veo que esto pase en una toma de colegio.
   Una vez más ha ocurrido que la sensibilidad y fácil ofensa sale a flote por la simple y banal frase: “Fuera Macri”. Personalmente, estoy en desacuerdo en poner esa frase en los carteles que reflejan las causas de las tomas. No porque quiera que esté Macri en el poder, todo lo contrario. Pero pienso que eso le da pie a los medios para desacreditar a los estudiantes, y le tengo que dar importancia a eso pues no hay que negar que ellos son los que llegan a la opinión pública (sabemos cuán mal informada y moldeable puede ser debido a los mismos medios, pero prefiero organizar todo de tal manera que quede bien entendido y correctamente argumentado para luego mandárselas a guardar) que luego, si tienen verdadero interés, entiendan el asunto. Ya que estamos, me permito decir también que no estoy de acuerdo en que las tomas se extiendan por mucho tiempo. Ya que el asunto ha llegado a los medios de una forma significativa, y se ha conseguido que el Ministro de Educación de la ciudad, POR LO MENOS, haya propuesto algo, creo que se debería volver a las clases y, por ejemplo, establecer que si en un lapso de sesenta días las obras no empiezan, se vuelva a las tomas. Prefiero exigir primero que se aplique todo el presupuesto, y luego pedir que éste suba. Pero vuelvo a lo planteado al principio de éste párrafo. La sensibilidad y fácil ofensa sale ante dicha frase cuando comentan: “es una locura, no pueden decir algo así, ¡quieren derrocar al jefe de gobierno!”. No sé cuántas veces deba repetirlo, pero hay que hacerlo. ¡Son estudiantes, no terroristas! Pareciera que la gente que dice eso es sensible ante esa frase debido a otras épocas, y es verdad que el país ha sufrido, pero los culpables de ese sufrimiento fueron militares y guerrilleros, gente verdaderamente peligrosa. Díganme qué puede hacer un estudiante que se le parezca a lo que han hecho ellos. Sin embargo, si algún estudiante pensara que está bien levantarse en armas, deja de serlo y pasa a formar parte de eso que tanto criticaba.
   Si llegaron hasta éste punto, miren hacia arriba y fíjense qué clase de temas he abarcado. Gran parte del artículo está dirigido a los opositores de las tomas de colegios, y vean que casi todo es una crítica a lo que ellos han dicho. Sólo en una oración se hace referencia a las causas de las medidas. Entonces, aplicando un poquito la lógica, se entiende que los opositores no le dan importancia a las causas. “Pero están de acuerdo”; lo dicen sólo porque está bien. Saben que si dicen “no me importa si se cae una escuela sobre los alumnos” nadie los va a ver con buena cara; es por eso que se sienten obligados a decirlo, y estar de acuerdo con una idea por obligación no es noble. El punto más importante, obviamente, es si los políticos les hacen caso a los que se quejan por las tomas, y la verdad creo que no. Acuerdan puntos y les dicen “tiene razón” a los disidentes, pero lo hacen sólo para que estos dejen de joder, ya que tienen cosas más significativas que tratar con ellos. Los políticos también se sienten obligados a decir cosas, y sé que muchas veces lo hacen porque sí y hasta mienten, pero ellos son a los que debemos recurrir para quejarnos y escupirles sus malas y/o faltas de decisiones, y no a la señora que se queja porque su hija no está en el colegio a las siete de la mañana debido a “unos pendejos”.


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sábado, 11 de septiembre de 2010

POESÍA

ANTES DEL GÉNESIS

En el principio
fue la locura y el vómito.
En aquellos días
las flores del mal crecían
desde mis tierras.

El frío y la imaginación
se perdían en la bruma,
y mis ojos cerrados
se volvían polvo.
Un polvo que nadie vio,
pues nunca más los abrí.
¡Si hubieran visto los cielos
grises y aterradores
que me cubrían!
No querrían vivir para contarlo.

Me hice marcas en la piel
para recordar el pasado
y cambiar el futuro.
Inventé mi lenguaje
y le hablé a los árboles,
y me escucharon,
es por eso que callan.

Le di a Dios el poder suficiente
para crear su universo
y jugar con sus creaciones.
Reírse de ellas, enloquecerlas.
Y me hizo caso.


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viernes, 27 de agosto de 2010

Tomemos El Colegio


   No recuerdo cuándo fue la primera vez que escuché sobre la toma de mi ex colegio Mariano Moreno D.E 2°, pero lo que sí recuerdo es el asombro que me causó. En verdad, no podía caer en la cuenta de que alumnos tomasen una escuela. Luego me di cuenta de que tenían sus motivos. Sin embargo, no estuve siempre de acuerdo con tal medida. La primera vez, desde cuando yo estuve en el secundario, fue por el pésimo estado de las estufas. Si bien pienso que una movilización y medida estudiantil no es algo como para dejar de lado, dicho motivo no me parecía lo suficientemente importante como para tomar un colegio. Personalmente no me molesta tanto la ausencia de calefacción como para hacer una marcha o algo más complicado. Pero también me di cuenta de que esa no era la única razón por la cual se tomaba tal medida. Junto a ello estaban los pedidos de SUBSIDIOS (y no becas como los políticos Y estudiantes llaman, cambien eso ya) que son, al fin y al cabo, una ayuda más que no debería ser negada, ni recortada; pedidos de una vianda digna, y no panes y quesos de goma, y manzanas secas y repugnantes que encima no alimentan; los reclamos por una modificación de carácter urgente de las escuelas públicas, que día a día se van deteriorando más y nadie sabe cuándo se va a caer algo (uno de los casos más claros es el de una araña enorme en el salón de actos del Moreno, que es sostenida por dos o tres cables y que, no sé si por milagro o simple culo, hasta ahora no se ha caído). Tomando estos otros motivos, la calefacción pareciera ser un asunto menor, pero por sí solo se transforma en algo que no tendría que suceder, por más pequeño que sea el daño que ocasione.
   Un problema fundamental en la trata de dichos problemas es la bajada de línea constante que encuentro cuando veo, por un lado, padres que no les importa nada más que sus hijos vayan a la escuela, aún si ésta estuviera en pésimas condiciones. No lo dicen, pero yo huelo su miedo a pensar que si su hijo toma un colegio es un terrorista, o un estúpido por haber “perdido el tiempo jugando a ser político”. Con todo respeto, no me jodan. No los toman en serio. Y por otro lado veo a los siempre molestos y sabiondos periodistas, que solo por haber leído la noticia unos minutos antes, ya creen ser capaces de elaborar todo un plan para poder solucionar un tema. Apabullan con sus opiniones y falta ética. Tipos como Eduardo Feinmann que durante todo un debate se queja porque no se aplica la ley que considera un delito la toma de un colegio por parte de los mismos estudiantes, saca a relucir los “derechos” que los mismos humanos crearon y que se supone no pueden ser tocados pues son sagrados. Sócrates no era tan inteligente después de todo con sus leyes y demás. Es verdad que los derechos y leyes son necesarias para poder mantener un sistema social, no crean que son los únicos que piensan eso. Pero creo que también es cierto que si una norma le impide a un sector poder conseguir lo que por derecho le corresponde, conseguir lo que es correcto, hay algo que debe ser modificado, sobretodo cuando en realidad eso que tanto piden no les perjudica a los otros. Podrán decir todo lo que quieran acerca de los delitos que los estudiantes cometen cuando toman una escuela, pero les hago la siguiente pregunta, ¿los van a mandar presos por ello?
   Mi postura frente a lo que la escuela es, puede resultar un tanto rara por el siguiente motivo. No me nutro de cultura y educación solamente en la escuela. Pienso que puedo aprender lo mismo estudiando en mi hogar, mediante libros y demás. Siguiendo con este razonamiento, lo único que obtengo yendo a la escuela es un papel que certifica para la sociedad que estudié. No me parece mal esto, es un modo de organización, lo entiendo y acepto. Esto llevado a los 180 días de escuela que por ley deben haber (otra excusa más de parte de los ortodoxos del sistema) significa que no me parece importante el hecho de compensar los días perdidos por las tomas. Más bien, prefiero que los estudiantes rindan los exámenes correspondientes en otro momento. “¿Y qué pasa con los que estamos en contra de la toma?” ¡Qué mejor solución que la que he propuesto! Ya que tanto defienden el estudio y la escuela, no creo que se arme ningún problema.
   Puedo y quiero unir esto último y esa costumbre de pensar en el mañana mismo, y no en un futuro más general. Me parece que estas medidas tomadas por los estudiantes encierran algo más que el simple mañana. Piensen que no piden lo que piden sólo por ellos, sino por las generaciones posteriores que a fin de cuentas, en un sentido (verdaderamente) progresista, es lo que importa.
   Por otro lado, me voy a permitir una crítica hacia los estudiantes. Apoyo sus causas y accionares. Me parece que lo que hacen y piden es sumamente noble. Pero también me parece que poner en los carteles “Fuera Macri” no ayuda. Es verdad que deben saber de política, pero sírvanse de ella y no se vuelvan políticos, porque es la política la que luego hace que la gente se divida. Yo quiero más que ustedes que Macri se vaya de su puesto, pero los que están contra ustedes van a usar eso para atacarlos con la política misma, y todo el moralismo barato que hay dentro. En este sentido, vale mucho cómo los muestran frente a los demás. Con respecto a esto último, creo que a medida que se consiga el diálogo con las autoridades, se vaya reduciendo el número de colegios tomados. Hay algunos que no presentan urgencia en reformas edilicias, y me parece que estos tienen que ser los que primeros den de baja la toma. Piensen que si las medidas siguen como ahora, los van a tildar de vagos, y en este sentido les darán una excusa más para hablar en contra suya.
   Cierro, y no es optimista mi mensaje, odio el optimismo. Bierce lo define perfectamente como “la creencia de que todo es bueno, en especial lo malo”, y eso no me gusta. No me parece que este tema se resuelva ahora, cada vez parecen tener menos intenciones de ello. Lo que sí tiene que haber es un cambio de abordaje sobre los asuntos de la sociedad. Basta de las costumbres del argentino que no nos dejan progresar (y no soy de los caprichosos que se la pasan diciendo “esto en tal lugar no pasa, es una vergüenza”, como si tuviéramos que quedar bien ante alguien de afuera), basta de la moral barata de los noticieros (que ni siquiera son las personas que deben atender estas cuestiones) y sobretodo basta de la hipocresía de mala voluntad que constantemente es inyectada en cada asunto.


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